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domingo, 17 de abril de 2011

₪ cυєsтίóи đє єиġяαиαjє ₪




Hace poco un amigo dijo que las mujeres somos muy exigentes cuando se trata de hombres.

Que si tenemos uno guapo queremos también que sea inteligente, y que si tenemos un guapo e inteligente nos parece que le hace falta ser simpático... y que si nos topamos con un guapo, inteligente y simpático siempre le podremos poner el pretexto de que no es romántico, que ve demasiado futbol, que tiene demasiadas amigas (:P), etc, etc.


Y tengo que decir que es cierto. No conozco mujer que no se haya sentado a escribir una lista de atributos que deseara encontrar reunidos en un hombre. Y les cuento que, junto a esas listas, la carta que los niños pequeños le hacen a Santa se queda muuuuy corta :P

Aquí la cuestión es: ¿me parece mal que hagamos esa lista? No.

Lo que me parece mal es la forma en que elegimos los atributos que la conforman.

Con frecuencia nos deslumbra el más guapo, el más listo, el más simpático, etc., y creemos que si tuviéramos la suerte de tener un espécimen así en nuestras vidas seríamos muy felices. ¿Pero realmente es así?

La mayoría de las veces no.

Y aquí va mi razón para no creerlo: Todo es cuestión de engranaje.

Situación: Voy a una tienda de engranes y veo muchos, de todo tipo. Sobre el mostrador, en primera fila, veo uno de oro, con cubierta pulida y con una figura artísticamente diseñada. Todos en la tienda lo están admirando. Decido que lo quiero y lo compro sin volver a echar una mirada a los demás.

Total, ya que llego a la casa reacciono y me entero que al engrane lo compré para hacer funcionar un mecanismo que tengo en mi casa… pero resulta que no embona. Resulta que por más bonito que esté su diseño no es compatible con la maquinaria. Resulta que por más cubierta de oro que tenga, por más moderno que sea, sencillamente no me sirve. Y ya lo compré.

Claro, lo que tengo que hacer es regresarlo, pero en ese proceso va a haber penalización, voy a tener que volver a hacer el viaje a la tienda y ponerme a buscar uno nuevo. Voy a perder tiempo maldiciendo porqué no me fijé antes. En pocas palabras, la voy a pasar mal.

(¿Les suena?...)

En fin, que voy de regreso a la tienda, devuelvo al engrane y me concentro en buscar otro. Ahora vengo preparada, ya que dibujé mi maquinaria y tengo idea de qué forma debe tener el engrane que necesito. El elegido resulta ser uno que está un poco oxidado y tiene forma rara; uno que a simple vista nadie elegiría. Pero cuando lo llevo a mi casa y lo inserto, hace que el mecanismo empiece a girar con una armonía perfecta.


En las relaciones pasa casi lo mismo. Escogemos en base a lo que creemos que está bien e incluso nos dejamos aconsejar por otros sobre lo que nos conviene o no. Pero la verdad es que todos somos una “maquinaria” única que necesita determinado tipo de engrane en su vida. No el más bonito, no el que todos quieren, no el que se supone que debería comprar… sino sencillamente el que hace que las cosas giren para mí.

Claro, y tal y como pasó en la historia en la que para poder dar con el engrane adecuado hay que conocer la maquinaria para la que lo estamos buscando, de igual manera tenemos que conocernos primero para saber qué tipo de pareja necesitamos.

No todas vamos a ser felices con un fiestero, no todas con uno que sea de muy pocas palabras… va a depender de cada quien.

Gracias a dios, el mundo es bastante grande y hay para todos :P

Insisto, no estoy en contra de que las mujeres (ni los hombres tampoco, ya que estamos) hagan su lista y se pongan exigentes a la hora de escoger pareja. Adelante, siéntense y escriban todo lo que les gustaría en una persona… pero les pido que analicen si realmente esos atributos los harían felices, o sencillamente se están limitando a describir a la “pareja perfecta” que pintan en las novelas y que nada tiene que ver con ustedes.

Al final, lo que importa es ser felices.

¡Así que "engránense" con aquel que realmente haga girar sus vidas!

"Es una locura amar, a menos que se ame con locura"

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